El festival de Eurovisión es mucho más que un evento televisivo. Es un acontecimiento en el que la cuidad anfitriona acoge a miles de turistas llegados de todos los países participantes.
Mientras el certamen es retransmitido, no sólo el público presente en el estadio vive la emoción del directo. La dificultad para conseguir entradas para los espectáculos en vivo, o sus elevados precios, hacen que muchos seguidores opten por acudir a los ensayos y vivan la gala final en los espacios habilitados para ello. Discotecas, cafeterías y otros establecimientos preparan fiestas y eventos con motivo del festival, pero sin duda, el lugar que más público congrega, es el Eurovillage; un espacio habilitado por la organización en el que diariamente se ofrecen conciertos, espectáculos y música con temática eurovisiva. Las semifinales y la final son proyectadas en pantallas gigantes y los patrocinadores del certamen se dan a conocer en diversos stands, organizando actividades para los visitantes y los puestos de comida y bebida hacen que muchas persones opten por pasar ahí horas seguidas. En esta ocasión, el espacio escogido ha sido la Praça do Comércio, un lugar emblemático en el centro de Lisboa.
Durante la semana previa a la final de Eurovisión, el recinto está continuamente animado, pero sin duda, la noche de la gran final fue la jornada con mayor afluencia. Miles de personas aguardaron largas colas para acceder al Eurovillage y disfrutar de la gala en el corazón de Lisboa, a orillas del Tajo.
Destacó la presencia de público llegado de toda la geografía española, que coreó Tu canción, animando a Amaia y Alfred. La noche lisboeta se convirtió en un paraíso festivo, donde las banderas servían como lazos de unión en una jornada donde no existía la competición, sino la emoción de vivir un espectáculo musical y una fusión de estilos.
Elche Calling 